La semana pasada vivimos un día muy especial en nuestra comunidad educativa. Celebramos el Día del Educador, una fecha que nos brinda la oportunidad de reconocer y valorar la labor destacada que realizan nuestros educadores, día tras día. En esta comunidad, ser educador va más allá de un trabajo o un título; es una elección de vida que abraza la perseverancia, la exigencia, la esperanza y la alegría de hacer lo que hemos elegido ser.
El compromiso, dedicación y pasión por la educación son el motor que impulsa a nuestra comunidad a ser un lugar donde los sueños y aspiraciones de nuestros niños, niñas y adolescentes se hacen realidad. Ustedes son los forjadores del conocimiento, los guías que inspiran a nuestros estudiantes a alcanzar su máximo potencial. Su trabajo trasciende las aulas; forjan carácter, mantienen el deseo por aprender, cultivan la curiosidad e inculcan valores, no cualquiera, sino que valores benedictinos de acogida, respeto, escucha, orden y servicio que nos hacen característicos.
Es fundamental que se releve la labor de los educadores, reconociendo su impacto en la vida de nuestros estudiantes y en la sociedad. Como educadores, enfrentamos el desafío de conocer y amar a nuestros estudiantes, entregándonos plenamente para crear espacios donde, a través de nuestro amor, puedan conocer el amor más pleno y total: el amor de Dios. El rol que desempeñan y el cariño que sienten por su labor son frutos de la vocación que Dios ha puesto en cada uno de ustedes.
Ser educador en Chile hoy no es fácil. Nos enfrentamos a diversos desafíos, desde cambios en las políticas educativas hasta la necesidad de adaptarnos a nuevas realidades en el aula. Sin embargo, cada uno de ustedes demuestra un admirable compromiso con la formación integral de nuestros estudiantes, enfrentando las adversidades con valentía y dedicación. Se requiere un amor profundo por el aprendizaje y una paciencia infinita. Tarea tremendamente exigente, pero ampliamente satisfactoria. Por lo mismo, siempre tengan en consideración que la influencia y acogida de un buen educador nunca puede ser borrada en la memoria de los estudiantes.
Por todo esto, ¡muchas gracias!
¡Feliz día a todos los educadores del Colegio San Lorenzo!